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El
artículo: 1
“Un
ataque político a las formas de vida” se abre con el debate entre
cultura
y
consumo.
Para
el autor estos términos no pueden ir unidos porque la cultura
no
se puede comparar con cualquier otro producto u objeto consumible,
para él esta no lo es. Se desarrolla esta idea haciendo una
comparación con la finalidad que se pretende al consumir cualquier
objeto frente al libro. Este autor defiende que el espíritu de quien
se dispone a consumir es muy diferente en cada caso.
Se
comenta los pasos de la producción de libros y Juan José Millas
asegura que los beneficios que se obtienen a partir de la lectura de
una obra son intangibles, a pesar de que la producción de este
genera
actividad económica.
Estas
son algunas de las causas por las que el autor afirma que ir al cine
o visitar un museo no son formas de consumo, sino formas de vida.
Nos
parece muy interesante los siguientes fragmentos:
Las
sociedades en las que se pierde la sensibilidad cultural son más
dóciles, más fáciles de manejar, son menos libres porque carecen
de un discurso alternativo al dominante. Sin discurso, no hay manera
de modificar la realidad. La realidad es producto del discurso. La
realidad actual es producto del discurso dominante actual. De ahí su
calamitoso estado.
...la
realidad está hecha de palabras. Quien las domina tiene más
capacidad de destrucción que un experto en explosivos.
...¿Pero
debemos darle a la cultura y a la educación el tratamiento de un
bien de consumo? No lo creo, porque en ese mismo instante las
reducimos a la categoría de lo prescindible.
También nos parece adecuado comentar un poco la charla que un gestor cultural nos dio en clase el pasado día 30/04/2015, donde se nos habló
sobre la importancia que tiene dominar los contenidos de la cultura,
sobre todo si queremos abrir un negocio.
Como
ejemplo se dijo que la industria editorial de nuestro país es
bastante potente debido a que nuestro idioma se habla en muchísimos
países.
Para terminar, pensamos
que la posición de Juan José Millás es extrema, pues él mismo
reconoce que llevar a cabo las actividades culturales supone un
gasto.
En
nuestra opinión, cada uno decide en qué gastar el dinero y aunque
los beneficios que ver una película no se puedan comparar a
comprarse una camiseta, por ejemplo, el dinero que se requiere sí es
el mismo.
Nos
parece adecuado tratar el tema de la publicidad, pues en nuestra
población el consumo depende en gran medida de esto y a pesar de que
la cultura no se considere consumo, creemos que se debería “vender”
mejor para atraer a un mayor número de personas.
Nos
guste o no, la cultura se está viendo obligada a competir con los
demás tipos de consumos, porque para gozar de ella se necesita
dinero, luego hay que luchar por hacer que la población gaste más
dinero en actividades culturales para así crear a una población más
crítica y consciente de la realidad; y no a una preocupada por la
marca de los zapatos que lleva.
1“Un
ataque político a las formas de vida” de Juan José Millás
(26/12/2013) Disponible en Internet en:
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/25/actualidad/1387989932_163299.html
Fecha de consulta: 05/05/2015

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